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Báculo de Serbal
Tipo Báculo mágico
Lugar de origen Isla de los Benditos
Apariciones Las lágrimas de Uther Pendragón: parte dos
Fue tallado del árbol serbal que crece en el corazón de la Isla de los Benditos. Sólo la Suma Sacerdotisa y su guardia de sangre lo habían visto antes
Morgause a Morgana[fuente]

El Báculo de Serbal fue un báculo mágico y un poderoso instrumento de la Vieja Religión, tallado del árbol serbal que crece en el corazón de la Isla de los Benditos. Sólo las Sumas Sacerdotisas y su guardia de sangre lo han visto.

Morgause, una Suma Sacerdotisa de la Antigua Religión, dio el báculo a su media hermana Morgana para que pudiese realizar nigromancia. Morgana, al principio, estaba insegura sobre usar el báculo porque pensaba que su magia era demasiado débil como para blandir tan poderoso instrumento, pero Morgause le aseguró que el báculo la guiaría, porque tenía su propio poder.

Durante la Gran Batalla por Camelot, Morgana fue a las catacumbas del castillo, donde muchos caballeros habían sido enterrados, y clavó el báculo en el suelo de piedra, gritando y liberando una ráfaga de energía que sólo aquellos con magia pudieron sentir. Mientras ella miraba, el poder del báculo le permitió realizar nigromancia, ya que docenas de manos esqueléticas surgieron del suelo de la cripta. Morgana no tuvo que pronunciar ningún hechizo, porque el poder del báculo era lo suficientemente fuerte y fue el propio báculo el que la guió. Despertó a los guerreros muertos de Camelot a fin de forzar a los Caballeros de Camelot a luchar en dos frentes (ya que el ejército invasor atacaba Camelot desde fuera de la ciudadela y el ejército de esqueletos atacaba desde el corazón de la fortaleza), y contra un ejército inmortal.

El báculo fue más tarde destruido por Merlín, quien había derrotado a Morgana con magia. El joven hechicero partió el Báculo de Serbal en dos usando su espada y un hechizo ("Snæde!"). Esto causó que otra ráfaga de energía mágica se expandiese y los guerreros esqueletos se convirtieron en inertes huesos ya que el hechizo que los había mantenido vivos se había roto (Las lágrimas de Uther Pendragón).

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